sábado, 24 de julio de 2010

Soy un conejillo de indias

Una vez que creía haberme acostumbrado al vocabulario local y superado esas cuestiones idiomáticas a fuerza de costumbre, de naturalización debido al tiempo transcurrido desde que llegué, me vengo a enterar que para los demás no es tan así.

Hace un par de días realicé un aporte a la ciencia muy importante. Gracias a mí la neurolingüística ha logrado un gran avance en sus investigaciones. No tengo nada que ver con esos campos de estudio eh, no se vayan a creer que de un día para el otro me volví una superdotada. Pero resulta que si soy un muy buen caso de estudio. Y bueno, da un poco de orgullo esto de ser la favorita en algo aunque sea por rara.

Resulta que la Real Academia Española no sólo hace libros que deciden que ahora está bien decir setiembre, la calor, el sartén, etc. (aunque ellos digan que es correcto a mi me sigue pareciendo un horror) sino que ahora están estudiando los distintos acentos con los que habla la gente según sus países.

Entonces luego de una ardua búsqueda dieron con la persona indicada, moi! Yo cumplía con todos los requisitos que buscaban, ser una argentina adulta, de la capital, con cierto nivel educativo y lo más difícil de encontrar, que no tenga ningún arreglo odontológico en la boca. Y esa soy yo, la de la boca perfecta. No soy una engreída, es verdad, mi dentista se los puede asegurar, nunca tuve una caries ni un arreglo, mucho menos ortodoncia, nada de nada. Como no soy la chica de las piernas perfectas ni la de la cabellera Pantene por lo menos me jacto de ser la de la boca perfecta.

Y ahora comienza la aventura al estilo Dr. House. Ellos querían grabar las ondas de resonancia en mi cabeza cuándo pronunciaba la letra ll y la letra s. Las dos letras que nos delatan el origen argentino. Por lo cual, me citan en una clínica para hacerme una resonancia magnética.

Ok, pienso yo, voy, total no pierdo nada, incluso aprovecho y me hago un estudio médico gratis porque si aparece algo raro en la resonancia me lo van a decir supongo. Y así fue como me encontré en bata, acostada sobre una máquina que es como una camilla con un tubo gigante en la cabecera. Y la camilla se desliza hasta que la cabeza queda metida en el tubo que de golpe se cierra herméticamente. La sensación es la de tener la cabeza envasada al vacío o tener puesta una escafandra. No apto para claustrofóbicos porque sólo se puede salir de ahí cuando el médico que está en la sala de al lado mirándote a través de un vidrio, se digna a apretar un botón. Yo recordé lo que sentí la única vez que fui a una cama solar. Terror de que se “rompa” mágicamente y quedar atrapada hasta morir quemada o asfixiada.

Mientras estaba haciendo el esfuerzo de apartar todas esas imágenes de mi mente, empiezo a oír voces. La del médico que salía por un parlante adentro del tubo, y que me indicaba lo que tenía que hacer. Repetí todas las letras que me pidió y al rato me liberan. Entonces me acerco al monitor que los neurolingüistas miraban extasiados y veo una imagen tipo radiografía de mi perfil con distintos colores que aparecían y desaparecían según la letra que decía. Eran las ondas de resonancia. Y ahí me entero de la importancia que tuve para la futura historia de la ciencia. Ellos sabían todo eso por los libros pero nunca nadie lo había demostrado en la práctica. Conmigo probaron por primera vez, que lo que dicen los libros que sucede cuándo hablamos y pronunciamos de determinada manera las letras ocurre en la realidad. Y me agradecieron mucho y me hicieron sentir muy importante con frases del tipo “es la primera vez que lo hacemos y has sido la modelo perfecta”, “lo has hecho muy bien”, “es maravilloso como dices la LL”, “y la s es fantástica” jajaja casi declaraciones de amor parecían. Pero está bien, hacerme sentir especial y levantarme el ego (aunque más no sea por hablar distinto a los españoles) era lo mínimo que podían hacer después de haberme metido en un tubo y ser el conejillo de indias de su experimento.

En breve, mis ondas de resonancia salen a la venta en un DVD junto con el diccionario, no se lo pierdan!

1 comentario:

Carolin dijo...

jajaja!
Coincido en que me parece un horror que ahora se pueda decir formalmente "Setiembre" y "el sartén".

Y me llama poderosamente la atención que no tengas NINGUN arreglo! Justamente ayer en el cheboli se me rompió uno (sí, a 5 días de irme de viaje) y estuve escupiendo bolitas de plomo toda la noche.

En fin, TE FELICITO!!!!